21/9/10

En tiempo y espacio


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Desde que uso el transporte público retome una vieja pasión, contemplar lo que nadie parece ver, por lo agitado del día, por lo atravesado del tiempo, que corre y corre y uno pareciera querer ir en sentido opuesto, lo que nadie aprecia porque van pendiente de no caer en un hueco, en no pisar al motorizado que es más fuerte que tu (pasa en Caracas), y es el cielo, los edificios y como estos se conjugan para mostrar una silueta que narra un historia, narra un cuento, narra un café, narra un hasta luego, que fue tapado con el humo de las carros, con la pintura que se corroe, por los tendederos al aire libre, o improvisados en una ventana.

Imagino como esa silueta fue creciendo a medida que el ruido aumentaba, como huyendo al cielo, olvidamos el suelo en el que nos desarrollamos, imagino como película acelerada a la gente de a pie de los años 20, la de la carreta del 30, la del vehículo del 50, la del metro de los 80 y la del 2010 que ni espacio tiene para estar, para vivir, para ser.

Vivimos en un mundo agobiante, que nos máquina para trabajar para él, y no él para nosotros, nos olvidamos que vivir, es ese toque del cielo que juega con la silueta del edificio y parece que están juntos, pero hay un sin fin de cosas detrás, hay sensaciones, colores, que están debajo del sucio de los carros, de la pintura en mal estado, hay una historia, esa, que se permitió ser contada por seres que dejaron que su vida fueran más que 8 horas o peor aún, de lunes a lunes.....

No es posible que la vida se nos vaya, como a la pintura que fue una vez y se mancho, como el jardín que de tanto ser pisado se marchito, como el motorizado que pasa y deja su ruido, como la pequeña casita que fue la más linda de la cuadra pero los vecinos vendieron las parcelas hicieron edificios y ya nadie tiene que ver con ella.

Vivir es la razón de despertarse en las mañanas, el olvido la muerte anunciada.

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