17/7/11

Libertad

Cuando todo yace en el final, donde las historias parecen quedar en el olvido, rompe con la fuerza única de la memoria, el sonar del reloj del tiempo, retrocediendo, hacia aquel especial momento, en el que todas las cosas fueron hechas, dichas y perdidas, Oh cómo hacer para desplazar las agujas hacia aquellas fechas del calendario entre que ser los mas eficientes, los mejores, los capaces eran el estandarte del día a día.
Era un orgullo el ser venezolano, era hermoso vivir en el país del positivismo, donde a todo lo malo se le veía la buena cara, donde el capacitado tenia el merito por el esfuerzo entregado, como la pequeña hormiga que laboriosamente nos muestra el sentido de la perseverancia.
Es cuesta arriba, creer en lo que somos, con un pesimismo que nos aleja de esa pasión que nos distinguía del resto, sobresalíamos sin buscar mas, era nato, era natural, era sencillamente la esencia que brotaba a flor de piel sin gran esfuerzo, duele el ver que son pocos los que creemos en este hermoso, país, que Venezuela mas allá de ser el país de lo increíble es el país de lo verdaderamente posible, donde queda mucho por hacer y faltan manos, porque hay ausencia, hay una creciente y angustiosa fuga del material mas preciado....la inteligencia.